27 de octubre de 2014

Poemas para niños. Colección Pétalos


Una de las tareas que nos está resultando necesaria y grata por demás, desde que iniciamos el blog, es la de realizar una búsqueda y rescate de colecciones y libros de literatura infantil. Títulos que según los criterios comerciales y editoriales están desclasificados o fuera de circulación, pero que sin embargo consideramos que son pequeñas joyas culturales dignas de ser revalorizadas y compartidas digitalmente para que no queden en el olvido.  Obras que poseen gran importancia  desde lo literario y lo estético que bien valen el esfuerzo de recopilación, escaneo y difusión. 
En esta tarea nos hemos encontrado con mucha gente que nos recomienda libros, nos los acerca, o nos manda los archivos con material de una calidad excepcional. 
En este caso, nuestro amigo Leandro nos compartió esta colección de pequeños libros de poesías. 
La colección Pétalos de poesía para niños fueron editados por Editorial Latina en 1975. La recopilación fue realizada por Elsa Bornemann y constaba de ocho volúmenes, cada uno con poesías para niños escritas por famosos escritores. Cada uno bellamente ilustrado. La colección se presentaba en una cajita celeste que señalaba: "La mejor literatura infantil en pequeños libros de arte".

En la primer hoja de cada librito constaba una pequeña reseña de Elsa sobre el autor elegido y en la última una dedicatoria a los chicos:
"Los libros de la colección Pétalos quisieron parecerse a ustedes; por eso son pequeños y hermosos. En ellos van a encontrar los mejores cuentos y poesías infantiles, escritos e ilustrados por "grandes" que saben jugar con palabras, formas y colores. 
Ya aparecieron varios; a elegir entonces:
Rafael Alberti
Elsa Isabel Bornemann
María Hortensia Lacau
Federico García Lorca
Fryda Schultz de Mantovani
Juan Sebastián Tallon
Pedro Juan Vignale
María Elena Walsh

Los ilustradores eran: Alba Ponce y Guido Bruveris.
Junto con la "Colección Cuentos del Jardín" formaban parte de una propuesta editorial con excelentes textos e ilustraciones.
Los títulos con link pueden descargarse.



















La caja escaneada por Leandro para poder armar toda la colección.




25 de octubre de 2014

Pequeño mundo ilustrado



Tal el nombre del libro de María Negroni, editado por Caja Negra, con el que me deleito recorriendo al azar las letras de este pequeño diccionario personal surrealista. A veces leo medio libro seguido y otras me obsesiono con una o dos letras y las leo y releo. 
Su afinidad con Walter Benjamín y  con el surrealismo es la nota que más me agrada. 
Al igual que las enciclopedias iluministas, el libro está organizado en orden alfabético y enumera gustos y berretines de la escritora. Esos objetos o cosas sobre las que el pensamiento gusta volver una y otra vez.
Ella dijo sobre su obra: "Como fuere, en mi pequeña cacería di con familias imprevisibles y universos desordenados que apenas logran disimular mi debilidad por lo arcaico, lo diminuto o lo arisco: todo aquello que, a mi entender, favorece la construcción de un lenguaje insumiso contra la clausura y las formas rígidas que impone siempre el realismo del poder. No hay, me dije, para un artista, más deber que evitar lo unívoco y recordar que lo bello es una especie dentro de lo raro ".

Comparto, en la letra J, "JUGUETES"

El pintor De Chirico los llamó "adivinazas para pequeños prícipes". Se incluyen aquí los trompos, las bicis, los títeres, las figuritas con brillantes, los gusanos de seda, las esferas de nieve, es decir, todo aquello que transporte mágicamente a la ciudad maternal, a ese momento, siempre absoluto- e irrecuperable- previo a la contaminación, al conocimiento y la conciencia, Giorgio Agamben agregó que los puerilia ludicra están emparentados a los ritos funerarios y los objetos rituales, uniendo muerte e infancia, experiencia e historia. En el reino de un niño, sostuvo, la miniaturización permite conocer el todo antes que las partes y, por tanto, vencer, captándolo a simple vista, lo temible del objeto.
Ese embeleso persiste en algunos adultos privilegiados, La boite a joujoux que dedicó Debussy a su hija Claude Emma en 1913 - cuyo "tema" es una caja de juguetes que se anima- alcanza por sí sola como prueba. (Se recordará que Debussy, que fue amigo de Mallarmé y de Satie, solía dar conferencias para chicos en la radio y que compuso también la suite para piano Children´s corner, que incluye un arrorró infantil, una serenata para una muñeca).
Por su parte, uno de los libros más ferozmente bellos e inadecuados de Walter Benjamín - Dirección única- en medio de una sorprendente galería de niños (Niños leyendo, Niño que llega tarde, Niño goloso, Niño en una calesita, Niño escondido, Niño desordenado), se lee: "Cada piedra que encuentra, cada flor arrancada y cada mariposa capturada son ya, para él, el inicio de una colección, No bien ha entrado en la vida y ya es un cazador: atrapa a los espíritus cuyo rastro husmea en las cosas". En la concepción benjaminiana del niño, se observará, no se trata de encontrar lo nuevo, sino de renovar lo viejo haciéndolo propio, de perderse por horas en la selva del sueño, donde los papeles de estaño son tesoros de plata, los cubos de madera, ataúdes, los cactus, árboles totémicos, y las monedas, escudos.
La felicidad infantil proviene de esa aglomeración azarosa, solitaria y placentera, parecida a la que experimentará más tarde el poeta moderno, encarnado para siempre en Baudelaire , cuando proyecte sobre las cosas su mirada alegórica, transportando sus objets trouvés al desorden de la poesía. Los cajones donde el niño guarda sus tesoros artesanales y zoológicos, Los del poeta serán reservas de imágenes y retazos de lenguaje. En ambos casos, se trata de un objetivo muy simple y muy complejo: habitar  un "tiempo perdido". Como los niños, los poetas intuyen el vínculo exacto entre curiosidad y memoria, melancolía y resistencia, aventura y tolerancia. Y lo buscan que buscan es nada menos que liberar las cosas de su destino utilitario y al lenguaje de sus taras más odiosas: quedarse en su propio coto de caza donde es posible seguir siendo un pequeño príncipe. La poesía es la continuación   de la infancia por otros medios".

La ilustración es de Polly Becker.

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